La prueba larga saldrá a las ocho de la tarde desde el Ferial el 28 de mayo, y la corta al día siguiente de Mirandilla

Las Millas Romanas tendrán esta edición mil ochocientos senderistas. Más que nunca.

De los mil doscientos habituales se han ido a casi dos mil. Solo en la prueba corta, han pasado de trescientos a ochocientos. Más del doble.

Y eso requiere una logística tampoco vista hasta ahora en Mérida. José Luis Rodríguez se encarga de la organización.

El 28 de mayo, explica, a las ocho de la tarde, partirá del recinto ferial la caravana de los cien kilómetros. Al día siguiente, a las ocho de la mañana, la mini desde Mirandilla.

El itinerario se ha diseñado para que tanto los que salen por la noche como lo que empiezan por la mañana confluyan en Sierra Bermeja, cerca de donde se celebra la romería de San Isidro en Mirandilla y continúen después por los mismos caminos de Aljucén y Carrascalejo para volver de nuevo a Mérida y acabar en Los Milagros.

La seguridad sanitaria del evento, explica el organizador, viene por un protocolo que establece, por ejemplo, salida escalonada obligatoria.

Partirán en grupos de cincuenta ordenados tiempos . Cada inscrito comunica a la organización cuando se apunta en cuánto tiempo prevé hacer el recorrido, y según esa previsión, se le coloca en un tramo u otro.

Atendiendo a este criterio, los más rápidos salen los primeros y no se cruzarán en el recorrido nunca con los más lentos.

La prueba tiene diez avituallamientos repartidos por ambos recorridos de sólidos y líquidos en los que se da fruta, sales y agua cada caminante. Si el día sale muy caluroso, instalarán puntos intermedios para repartir más agua.

La organización estima que para dar un buen servicio necesitan 250 voluntarios. De momento, llevan ciento cincuenta. Por eso animan a apuntarse en la web de la prueba y a rellenar el formulario.

Más que simples repartidores de agua, buscan coordinadores. Según José Luis Rodríguez, la gente se implica y ayuda, pero a veces no quieren coordinar grupos para evitar la responsabilidad.

Para este año, más que nunca, necesitan coordinadores de puntos de asistencia. El enlace real con la organización y el deportista. Alguien que sepa el número al que llamar para recoger lesionados, si hay que pedir una ambulancia o dónde se encuentra la furgoneta de los que se retiran.

«Los voluntarios son la clave de todo esto y dentro de este grupo necesitamos gente dispuesta a asumir la tarea de coordinar grupos en los avituallamientos», explica el coordinador.

José Luis asume el reto de poner en marcha un evento con protocolo sanitario y estirón considerable de participantes, por eso insiste en que necesitan más que nunca. En cada punto de asistencia se instalarán ocho filas de mesas, hay que poner a alguien que vayan parando a los grupos para que no coincidan en la zona de descanso, otros para repartir las bandejas de fruta envasadas individualmente y otros para repartir el líquido en el que rellenan las botellas y las mochilas de hidratación con seguridad, sin contacto permanente con el grifo.

Lo que antes se solucionaba con dos mesas y cuatro personas, en esta ocasión, para cumplir el protocolo de los avituallamientos, necesitan seis mesas y más de ocho asistentes. La organización quiere además que en cada punto haya un coordinador para resolver incidencia que tengan los atletas.

Las Millas se nutren normalmente de colaboradores del club senderista de la ciudad, de deportistas que asisten a pruebas similares del calendario y de familiares de los que corren.

Como recompensa este año le entregarán a cada uno un vale con preferencia de inscripción para las Millas del año que viene que lo podrá utilizar también un familiar un amigo.

José Luis Rodríguez cree que hay margen para seguir creciendo. Aspiran a movilizar a dos mil quinientos participantes en las futuras ediciones, pero eso requiere igualmente más logística.

En las salidas, por ejemplo, este año tendrán a más de veinte controlando los accesos a las jaulas y hay que cubrir también la señalización previa del circuito. Eso requiere treinta caminantes por delante marcando cruces y caminos un día o dos antes.

La señalización es uno de los parámetros que más valoran los participantes. Perderse implica hacerse ocho o diez kilómetros de más, demasiado para alguien que lleva veinticuatro horas andando. También han tenido en cuenta posibles incidencias con el estado de alarma (todavía no se sabe si se prolongará o no).

Para evitar problemas con el toque de queda, desde las Millas han pedido autorización a la Junta para que ese fin de semana los deportistas y los miembros de la organización puedan permanecer en la calle toda la noche. Esperan también que puedan entrar en Extremadura los deportistas de Sevilla, Andalucía, Madrid o Portugal que se han inscrito. Todos, explica el organizador, tienen ya hotel reservado en Mérida.

Las Millas han despertado mucho interés este año que se han retirado del calendario pruebas hermanas como la de Tomares, Ronda o Ponferrada. El miliario se ha convertido en una pieza codiciada. Los que terminen la recibirán en Los Milagros. Luisa Díaz Liviano ultima las réplicas en su taller de San Juan. Las hace a mano tomando como referencia el que hay en el Museo Arqueológico de Sevilla. «Este año tendrán más valor que nunca». Lo dice José Luis, que suma ya cinco.